EL ÓNIX ENSAMBLE OFRECE UNA PROPUESTA VITAL Y SOCIAL DENTRO DE UN GÉNERO MUSICAL QUE NECESITA RENOVACIÓN

Mientras estudiaba en Estados Unidos y en Europa, Alejandro Escuer se dio cuenta de la falta de difusión que tenía en el mundo entero la música clásica latinoamericana de nuestros días, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo con la literatura y otras formas artísticas de nuestra cultura como la ranchera, la cumbia y el latin jazz.

Eso lo llevó hace 21 años a fundar ÓNIX Ensamble, un quinteto capitalino conformado mayormente por maestros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que se dedica sobre todo a tocar piezas escritas por compositores vivos, aunque incluye en su repertorio obras de leyendas desaparecidas como el brasilero Heitor Villa-Lobos.

En términos de formato, ÓNIX es igualmente inusual, porque se sale de la formación habitual de orquesta sinfónica o cuarteto de cuerdas para asumir un carácter de conjunto mixto (flauta, clarinete, violín, chelo y piano) que incluye a veces percusiones y aparatos electrónicos.

Todo lo dicho sirve para anunciar el concierto que ÓNIX ofrecerá el domingo 3 de diciembre en el Royce Hall de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) bajo el nombre de “Furia y silencio”, correspondiente al título del álbum número 11 del grupo. En palabras de Escuer, el espectáculo “tiene que ver con esta ola de violencia, de inseguridad y de rechazo hacia los inmigrantes que se vive en el mundo, y que nos ha llevado a buscar respuestas artísticas”.

Y es que Escuer, que llevó estudios adicionales de Sociología, considera que “la música no debe estar aislada de su entorno, y eso es algo que tomamos en consideración al elegir las piezas que interpretamos, porque se trata además de un elemento que les da una vitalidad y una vigencia que es muy importante para nosotros”.

De ese modo, el programa de la presentación ofrecerá tanto el estreno mundial de un “Homenaje a Silvestre Revueltas” creado por Francisco Cortés (quien se encuentra recién en sus 30s) como la interpretación de “Tepito, barrio de resistencia”, una obra evidentemente combativa que fue escrita por la celebrada Gabriela Ortiz.

Pese a que se interesa siempre en elegir música que sea accesible para no caer en el plano elitista y experimental, nuestro entrevistado está consciente de que el simple término “música clásica” le pone los pelos de punta a muchos, lo que lo lleva a hablar durante los conciertos de los orígenes de las piezas tocadas y a involucrarse en actividades enfocadas en los más jóvenes, como sucederá justamente el lunes que viene, cuando participará al lado de ÓNIX -y en el mismo Royce Hall- en un recital especial al que han sido invitados 1,400 estudiantes de escuelas intermedias y secundarias ubicadas en el área de Los Ángeles.

Finalmente, aunque la música clásica tiene muchas más dificultades de acceso a las masas que las que tienen los géneros de moda, incluyendo al reggaetón (“Despacito” acaba de obtener dos nominaciones en categorías muy importantes del Grammy anglosajón), Escuer no tiene palabras negativas para estas modalidades.

“Fuera de que los eventos del Grammy forman parte de un negocio que responde al mercado, la música popular es necesaria y es parte de nuestra herencia cultural, aunque la música clásica puede tener una función maravillosa y alimentar tu espíritu si le das una oportunidad”, sentenció. “A fin de cuentas, los seres humanos somos tanto racionales como intuitivos, por lo que necesitamos de estilos musicales muy diferentes para distintos momentos de nuestras vidas”.

HOY